
Las cifras no son menos escalofriantes a la hora de hablar de dinero, claro. Nuestro país tiene un presupuesto de 1.500.000 pesos anuales (unos 130 mil dólares), que la Secretaría de Deportes le otorga a la CADDA (Confederación Argentina de Deportes Acuáticos) dividido en becas (400 mil) y en pago de viajes a competencias más infraestructura (1.100.000). Para Brasil, los millones de dólares llueven: son entre 10 y 12 por cada 365 días.
"Brasil tiene mayor cantidad de gente practicando deporte y también natación", dice Alejandro Lecot, figura nacional en la década del 80--, a la hora de las comparaciones. Agrega: "Además tiene un fuerte respaldo de los auspiciantes privados. Sus nadadores cuentan con sacrificio y deseo de superación. Cielo es de Florianópolis, es el mejor brasileño de la historia y aún tiene más proyección".
Tomando una de las frases de Lecot, hay que analizar otro dato que no es menor: Minas Gerais, un estado brasileño, cuenta con cuatro mil nadadores federados, mil más que Argentina en total. Y de la cantidad también sale la calidad.
Hoy la mayoría de los nadadores brasileños están en el Primer Mundo del deporte. Tienen respaldo económico y un equipo detrás suyo que los hace sentirse bien profesionales. En estas tierras, en cambio, muchos entrenadores tuvieron problemas con sus sueldos y varios nadadores recibieron con mucho retardo sus becas de esta temporada. Y la CADDA no paró de tener problemas dirigenciales.
Hoy las comparaciones entre ambos países son odiosas. Ya no compite José Meolans, al fin y al cabo el único campeón mundial argentino, y Georgina Bardach --bronce en los Juegos de Atenas 2004--, se desinfló tras su baja performance en Beijing 2008. En Brasil, Cielo Filho no para de crecer: ganó los 50 y 100 metros libre en Italia, agregado a aquella medalla dorada en Beijing también en los 50. El gran contraste.
Clarin.com
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